De pequeño, recogía las palabras que encontraba a su alrededor esparcidas por el suelo, las guardaba y luego jugaba con ellas. Con el paso del tiempo, sintió que necesitaba más palabras y las buscó en los paisajes y los rostros. Siguió su búsqueda por medio mundo, lugares recónditos, lejanos y algunos ya olvidados, pero no fue suficiente. Se perdió entre hojas amarillentas, atesorando más y más palabras de viejos libros. Un día, en una antigua y polvorienta biblioteca, subido a una escalera corroída por el tiempo, la estantería se desplomó y quedó sepultado por las duras tapas de cartón y cuero. Tardaron en encontrar su cuerpo sin vida, porque ya hacía demasiado tiempo que sólo las palabras lo acompañaban y su pluma se había bebido su semblante.
Un comentario en «Palabras»
Me ha gustado mucho, la verdad