El viento me trajo un susurro mientras dormía. Aquel murmullo se propagó con miles, millones de voces que se unieron entonando la misma canción en los oídos de quienes empezaban a cerrar sus ojos: «No tengáis miedo, todo irá bien». Palabras sin rostro, mensajes sin receptor ni emisor, rumores en un plácido sueño global. «No temáis…» aseveraban los cantos, pero el sueño se volvió oscuro. «Todo irá bien…» resonaba entre la maleza, mientras las ramas de los árboles agitaban aquellas promesas con violencia. Al despertar, entre una nube de contaminación, entendí que la naturaleza no miente, pero nosotros sí y, poco a poco, manipulamos incluso nuestros propios sueños.