Las historias no tienen extensión, duran lo que deben durar. Nuestras vidas están llenas de historias, algunas son recuerdos, otras ilusiones, sueños que anhelamos conseguir. Las contamos, en ocasiones en la oscuridad de nuestra propia soledad, para mantenerlas vivas, para darle forma y sentido a nuestra existencia. Una existencia que estaría vacía sin ellas, sin esos momentos de felicidad y tristeza que nos hacen sentir que somos parte de algo, que nos conectan a nuestras realidades mientras luchamos con las tempestades de nuestros deseos. Todo esto nos debería hacer entender que son esas historias las que nos mantienen vivos a nosotros, y no al revés.
Pero esta no es mi historia, al menos no la que me mantiene en conexión con la realidad, con mi realidad. Estas son historias de ficción, relatos que convergen en el mismo teclado y que nacen del mundo de la fantasía, la imaginación y la fábula. Por ello, entre las tareas del escritor se encuentra el control de las tramas, los personajes y, como no, los tiempos.
Setenta Líneas es mi forma de medir el tiempo, el tic tac de un reloj forjado en sílabas y que es el equivalente a unas mil palabras en cualquier editor de texto. Tiempo suficiente como para desarrollar una historia y competir con esta época tan ajetreada que nos ha tocado vivir, donde tan difícil es conseguir unas horas para disfrutar de un libro como encontrar unos instantes para observar el cielo.
Pero al final, el tiempo es caprichoso. A veces se escurre lentamente entre los dedos como una tarde de verano, relajada, complaciente, que te seduce y se alarga hasta bien entrada la noche. En cambio, en otras ocasiones se congela, como un grito en la madrugada que te paraliza de súbito. En este blog encontrarás, junto a esas setenta líneas, pequeños microrrelatos que intentan captar la esencia de una historia reducida a la mínima expresión, relatos de un solo latido que sintetizan tantos mundos como lectores. Por supuesto, también hay espacio para esas narraciones que, al igual que las tardes estivales, se prolongan en el tiempo.
Mi nombre es Pedro Estrada y, antes de darte la bienvenida, me gustaría ofrecerte este consejo, que puede que sea el único que encuentres en estas líneas: busca cualquier excusa para leer. Lee todo lo que puedas, lee por curiosidad, para entretenerte, para juzgar, para criticar, para aprender, para experimentar, busca cualquier motivo para leer y aprovecha cualquier momento para ello y mejor aún, suelta ese chisme que tienes en las manos y coge un buen libro.