«Bajo su responsabilidad». Las letras de advertencia eran claras. El cartel estaba al principio del puente que colgaba a más de 500 metros. «Queda usted avisado» pudo leer tras unos pasos, aun así, continuó. «No diga que no se le advirtió» decía otro aviso mientras avanzaba. Bajo sus pies el suelo oscilaba en la altitud y otra frase lo animaba a desistir: «todavía puedes volver». Las últimas palabras fueron fugaces antes de cruzar: «no lo conseguirás», pero el suelo ya era firme.